Escuela de Ciclo Básico Común

Proyecto ENE



Durante treinta años la Escuelas de la Universidad afianzaron los rasgos pedagógicos de la estructura ciclada sugerida en las Jornadas de 1960, acompañando la reforma con distintos tipos de experiencias innovadoras.

 

Hasta 1991, indefectiblemente, cursar el nivel medio, con la primaria aprobada, imponía un recorrido de tres años en la Escuela de Ciclo Básico y otros tres en el ciclo superior elegido. En dicho año el Consejo de Enseñanza Media y Superior, con la aprobación del Consejo Superior Universitario y por iniciativa de la Escuela Normal Superior “Vicente Fatone”, inició una reforma con la puesta en marcha de una experiencia pedagógica con alumnos provenientes de sexto grado de su escuela primaria, que pasaron a primer año de la Escuela de Ciclo Básico sin cursar el séptimo grado tradicional. A la experiencia se la llamó “Proyecto ENE” (por N, de Normal), para diferenciarlo por su propuesta curricular del resto de los años de la Escuela de Ciclo Básico. Pedagógica y psicológicamente se atendió a recomendaciones de una comisión Asesora designada por la UNS que había fundamentado, ya en 1985, la reestructuración de los niveles primario – secundario como un conjunto reductible a doce años de duración, eliminando las certificaciones del último añodel nivel primario.

 

A partir de 1991 en la Escuela de Ciclo Básico se desarrollaron simultáneamente dos planes de estudio de tres años, cuya diferencia estaba en el número de años de escolaridad primaria, lo que generó la posibilidad de comparar y construir un proceso de cambio, pero también la resistencia a la innovación y, muchas veces, el resaltamiento de los desajustes que se presentaban, sostenidamente, con el avance u profundización de la experiencia.

 

En 1993, al sancionarse la Ley Federal de Educación, las Escuelas tienen en marcha esta nueva estructura, que había ido ampliándose, de manera que ya cuatro divisiones de ingresantes lo hacían con sexto grado aprobado y las otras seis con séptimo. Los coordinadores del Proyecto y los docentes más involucrados amparados en la autonomía universitaria, defendían generalizar totalmente la experiencia y avanzar con la reforma curricular en los ciclos superiores, sin una adecuación total a la Ley Federal de Educación, tal como había ocurrido en otros colegios universitarios del país. No obstante, sin mediar debate, en 1994 el Rectorado de la UNS convocó a una asesoría externa que, además de evaluar el Proyecto, trató aspectos relacionados con la Ley Federal de Evaluación, gestándose desde los máximos niveles de conducción una posición favorable en cuanto a la adecuación de la Ley Nº 24.195. En el seno del Consejo de Enseñanza Media y Superior los asesores argumentaron:

 

“Somos docentes universitarios, preocupados, porque si bien hemos defendido siempre la autonomía de la Universidades, entendemos que ante este fenómeno de la Ley y por tratarse de una Ley Nacional., la Universidad no puede sustraerse y la mejor manera que esta tiene de defenderse de posibles implementaciones deficientes o atentativas, que pudiera tener la ley contra la autonomía y el principio de iniciativa en el campo pedagógico ... es a través de un conocimiento cabal de la realidad ... Es importante que se reconozca que la Universidad tiene la responsabilidad frente al país de mostrar caminos, de cómo incorporar una ley que es nacional y ya mucho más allá de las economías universitarias. Hay que ofrecer a la comunidad toda, maneras de elaborar cada una de las prescripciones establecidas...” (acta CEMS, 1994). En marzo de 1995, el Rector de la UNS, anunció la decisión de ...”adecuar las Escuelas Medias de la UNS a las prescripciones de la Ley Federal de Educación, dentro de la autonomía Universitaria, y su presupuesto a la posibilidad y decisiones de la UNS...”, (Diario La Nueva Provincia, 2-3-1995).