Escuela de Ciclo Básico Común

Ingreso Nivel Medio



Desde 1960: “cumplir condiciones previas”

 


Como se ha dicho anteriormente los fundamentos de las Jornadas de 1960 fueron claros en cuanto a reconocer la ampliación del espectro social con relación a la distribución de saberes que le cabe a la enseñanza media, resaltando la formación del hombre y del ciudadano y los valores de la democracia, y a reafirmar el derecho, al definir el régimen de ingreso atendiendo al número de plazas limitadas, explicitando que debía procederse a un concurso de condiciones previo a la incorporación de los aspirantes, con la precaución de que este no fuera un factor discriminatorio.
Sin embargo el factor de selección estuvo incorporado casi de manera natural al instrumento utilizado: la aprobación de sendos exámenes de lengua y matemática era la vía de acceso al primer año de la escolaridad secundaria en las Escuelas de la UNS, con los años las dificultades de las pruebas de ingreso estuvieron muy por encima de “...el nivel medio de los conocimientos y capacidades...” alcanzados por los alumnos al terminar la escolaridad primaria, por ende las academias y “profesores particulares” proliferaron, adquiriendo algunas de ellas gran popularidad y renombre, generándose una escolarización no formal, paralela a la escolaridad oficial ligada tanto a los saberes de los chicos como al poder adquisitivo de los padres. Al decir del Consejo Universitario “ la inscripción de aspirantes al Ciclo Básico que se registra anualmente supera ampliamente el número de vacantes.. (y)... motiva una gran expectativa, que se canaliza frecuentemente en onerosos cursos preparatorios privados...”


Buscando igualdad de oportunidades

 


Con la vuelta de la democracia y a los cuerpos colegiados de gobierno, desde el interior de las escuelas se miró críticamente la situación generada por los exámenes de ingreso, buscando la igualdad de oportunidades, se realizaron ensayos experimentales que dan cuenta de la preocupación instalada en la institución con respecto a la necesidad de democratizar el ingreso: 1985, durante dos meses, profesores de la escuela dictaron cursos gratuitos en diez establecimientos de escolaridad primaria de la Provincia de Buenos Aires. La heterogeneidad de los grupos de aula y la asistencia no obligatoria hicieron de esta una experiencia evaluada como poco satisfactoria, por lo que en 1986 se abrieron las puertas de la escuela de Ciclo Básico para que asistieran sin obligatoriedad todos los alumnos en ingresar: el desgranamiento y la propuesta pedagógica personal de cada docente puesta en acción sin Coordinadores de área, condujo a una segunda evaluación poco satisfactoria. Para entonces en el orden nacional, el Ministerio de Educación establecía el ingreso al nivel medio por sorteo, por lo que el presidente del Consejo de Enseñanza Media y Superior, expresó ante autoridades del Rectorado de la UNS que la medida más popular sería hacer un sorteo, pero se opuso a que se cultivase la noción de que los beneficios se alcanza sólo por medios aleatorios y atentó que se les inculque a los adolescentes el sentido del esfuerzo como camino para alcanzar sus aspiraciones. El CEMS quería por todos los medios garantizar la igualdad de oportunidades, sobre todo tratando que no fuesen las limitaciones económicas las que impidiesen a los aspirantes acceder al Ciclo Básico.
Contando con el consenso del gobierno de la Universidad, se aprobó la implementación de cursos anuales sistemáticos de tres meses de duración, como requisito obligatorio para el ingreso al Ciclo Básico. Los objetivos del curso, expresados por la resolución CSU 411/87, debían formularse teniendo en cuenta la realidad concreta del educando, el grado de competencia operativa deseable en un alumno que ha aprobado la escuela primaria y los contenidos de las áreas de lengua y matemática. En cuanto a la evaluación, esta resolvía que se permitiera la verificación del logro de los objetivos propuestos con relación al grado de competencia operativa, (evaluación del proceso), y a los conocimientos específicos logrados, (evaluación del resultado). Los cursos tuvieron coordinadores para cada área, fueron gratuitos, sin cupos y con asistencia obligatoria (80%).
La experiencia fue evaluada al segundo año de aplicación por el equipo directivo de la Escuela de Ciclo Básico y los coordinadores del curso, a partir del siguiente planteo: “El ingreso al nivel medio” ¿Igualdad de oportunidades y valoración del esfuerzo o simple capricho del azar?. Se resaltó el valor del curso con evaluación frente al número excesivo de aspirantes al nivel medio, con el convencimiento que es fundamental brindar igualdad de oportunidades a todos, valorar el esfuerzo y no dejar librado al azar el acceso a una etapa tan importante de la educación. Por otra parte la experiencia del curso de ingreso les permitía a los postulantes ir tomando conocimiento de las modalidades de la escuela secundaria y ambientarse en la nueva institución, dándosele a esto “casi tanta importancia como a los conocimientos que reciben”. También se reconoció el prestigio alcanzado por la Escuela en sus por entonces veinticinco años de existencia, reflejado en la inscripción de aspirantes, que superaba cada vez con mayor amplitud el número de vacantes. Se valoró la implementación del curso como una verdadera tarea de extensión universitaria hacia las escuelas primarias provinciales de donde procedían los aspirantes, facilitando a los docentes la adopción de nuevas metodologías y la actualización en presupuestos teóricos es decir: “una mejor educación al alcance de todos”.
La implementación de cursos gratuitos, sin cupos, publicados en todas las escuelas primarias de la ciudad, generaron el interés que fue más allá de las doscientas ocho vacantes para primer año. A nivel de la comunidad educativa local se reconoció la selectividad de la muestra de ingresantes, ya que se llegaron a anotar aproximadamente 1400 aspirantes, pero también se reconoció el valor del curso como preparación previa para el ingreso a cualquier otra escuela secundaria. Las propias instalaciones de las Escuelas de la UNS no fueron suficientes para el dictado simultaneo de tal cantidad de clases, por lo que la Jurisdicción provincial aportó sus establecimientos del radio para colaborar con una organización que demandaba grandes esfuerzos y también un importante presupuesto.


Otras modalidades de ingreso


Tras cinco años de implementación, evaluación y mejoramiento de la modalidad de ingreso con curso preparatorio y examen, reconocida como la más próxima a las recomendaciones de espíritu democrático de las Jornadas de 1960, se abre la inscripción al ámbito provincial para la ya referida Experiencia Pedagógica Proyecto ENE con el propósito de sumar un curso con sexto grado aprobado a los dos provenientes de la Escuela Normal de la Universidad.
Así, para el ciclo lectivo 1992 se abrió la inscripción de aspirantes para el curso de ingreso tradicional y para los que ingresarían al Proyecto ENE. Se inscribieron 735 alumnos para cubrir veintiséis vacantes, lo que se transformó en el registro record de la historia de los cursos de ingreso, ya que sólo el 3,5% de los aspirantes podía entrar. Por razones presupuestarias sólo se podía hacer un curso de ingreso de un mes, (12 clases), para ciento veinte alumnos, a efectos de seleccionar los veintiséis “mejores”. La propuesta del equipo coordinador de la experiencia de solicitar a las escuelas de procedencia de los interesados que eligieran las posibles candidatos ponderando facetas cognitivas y socioafectivas, pero esto no fue acertado por lo que se procedió a sortear ciento veinte del total anteinscriptos. La modalidad incrementó la heterogeneidad, lo que significó un problema para el estilo de trabajo docente y para los padres que reclamaron que chicos que “seguramente” hubiesen entrado habían sido eliminados por sorteo y no meritocráticamente.
Al año siguiente, por mantenerse las restricciones presupuestarias, se resolvió efectuar un curso como el del año anterior, con examen, para una selección de ciento veinte alumnos realizada por las calificaciones obtenidas en las áreas Lengua y Matemática en los dos primeros trimestres de sexto grado. Si bien la modalidad pudo leerse como doblemente meritocrática, ya que intervenían las calificaciones de la escuela de procedencia y los resultados del examen, también se pudo leer como más integradora de los menos favorecidos, ya que las pautas de evaluación, ampliadas según los contextos institucionales, dieron mayor oportunidad a los alumnos de escuelas periféricas, excluyendo por promedios a algunos de las céntricas. Acostumbrados a una meritocrácia a ultranza la comunidad hizo oír sus voces de protesta.
Entre 1993 y 1995 se dictaron cursos con examen para dos planes de estudio, ingresantes con sexto y con séptimo año aprobado respectivamente. Simultáneamente con el egreso de las últimas promociones de la Escuela de Ciclo Básico con tres años de escolaridad secundaria tradicional y las últimas con tercer año Proyecto ENE se inició el proceso de adecuación a la Ley Federal de Educación y se dictó un solo tipo de curso, para aspirantes al tercer ciclo de la EGB.
La disminución del presupuesto universitario destinado a sus escuelas y la falta de apoyo por parte de la comunidad universitaria restaron reconocimiento al valor de la en otros tiempos considerada muy importante tarea de extensión educativa brindada por la Universidad a la comunidad local. Como consecuencia, se abrió el debate al interior de la Escuela, con una defensa mayoritaria por continuar como cursos de tres meses y examen. Esta postura fue coincidente con la de los padres, convocados por la Escuela y la propia Universidad, quienes, en síntesis, sostuvieron que la selección asegura la calidad educativa.
Para el año 1999 ya se había perdido totalmente el presupuesto para el curso de ingreso, que paulatinamente se había ido acortando, de manera que la cohorte del año 2000 ingresó por examen, sin curso, contando con la guía institucional de cuadernillos de apoyo. Alrededor del ingreso, a pesar de que se redujo notoriamente el número de aspirantes, se generó nuevamente la preparación de los alumnos en forma “particular”, a la que fue, por motivos económicos, accedieron mayoritariamente los más pudientes. El otro segmento que contó con apoyo para la preparación del examen fue el que, por proceder de hogares con mayor ilustración, recibió clases en su propia familia. Las apreciaciones de la experiencia fueron negativas, y se logró que el año siguiente se pudiera ensayar un sistema de clases tutoriales que acompañara los cuadernillos de apoyo, implementados el año anterior. Mejoró la evaluación de lo hecho y casi un 40% de los ingresantes no necesitó clases particulares. Como las dificultades presupuestrias seguían en aumento fueron los propios aspirantes los que, con la gestión de la Asociación Cooperadora de la Escuela de EGB, financiaron el curso tutorial con el pago de una cuota voluntaria. Una nueva modalidad, mixta, que ha venido a instalarse en momentos críticos de la educación en general y de la del ámbito universitario en particular. Más allá de las variantes que puedan gestionarse, la historia del ingreso a las Escuelas Medias de la UNS, tanto al nivel secundario tradicional como al tercer ciclo de la EGB, está manada por un criterio selectivo y meritocrático que se inició con exámenes, despojados de todo apoyo público, en 1962 y volvió al mismo punto en el año 2000. Los intentos actuales por establecer un vínculo democratizante entre los exámenes y las familias a través de un apoyo gratuito o casi gratuito, no parecen conducentes a una resolución de la problemática. Se hace necesario un análisis que conduzca a una revisión, con la consiguiente rectificación o ratificación del mandato fundacional de las Escuelas universitarias, en el marco de la realidad educativa y las normativas vigentes en la Universidad Nacional del Sur.